Una laguna, una tarde de domingo, la gente que con el sol a pleno salió de sus casas para compartir una tarde brillante. Allí, el agua, los juncos, los camalotes y un muelle trunco que, cargado de años, reúne ilusiones y juegos. Los niños más atrevidos, los del lugar, lo usan como siempre para sus exóticas aventuras de piratas, los más grandes para pescar y sentirse dentro de la laguna; los que vienen en cayak como punto de referencia. No pasa desapercibido para nadie, los une a todos, el muelle trunco.