Habíamos llegado por la mañana a la ciudad de El Calafate, una vez instalados decidimos tomar una excursión de pocas horas, creyendo que iba a ser algo de poco interés, sólo para no perder la tarde.
Partimos de la ciudad, en una hermosa tarde de sol, pasando por estancias privadas. Subimos en la 4x4 por la cara este del cordón Huyliche. Por esas soledades de pastos ralos y cortos, había una pequeña laguna que semejaba un ojo abierto al visitante. El frío comenzaba a sentirse al ir tomando altura, un agua nieve empezó a golpear los vidrios de la camioneta.
Al llegar al llamado Balcón del Calafate pudimos contemplar la ciudad y el imponente Lago Argentino con su color turquesa. De frente: la inmensidad del lago, la vida en la ciudad, la estepa y ,en la lejanía, las montañas heladas. Por detrás, una tormenta avanzaba. Las sombras de las nubes se delineaban claramente sobre la tierra árida. Allí un viento frío y fuerte nos castigó con una especie de granizo pequeño. Poco resistimos, y después de sacarnos unas cuantas fotos volvimos a cobijarnos en la camioneta, que siguió su camino.
Nos detuvimos en extrañas formaciones rocosas del período cretácico, de más de 85millones de años, por las que fuimos caminando no más de cien metros, hasta un refugio donde nos esperaba un refrigerio. Comenzó a nevar lentamente al entrar en él, luego con más intensidad. Al cabo de 30 minutos, al abrir la puerta todo estaba blanco. De más está decir que parecíamos niños jugando con bolas de nieve y sacando fotos. Para algunos era su primera nevada...y en pleno verano, totalmente inesperada. No podíamos estar más felices.
Retomamos el sendero, creyendo que todo era bajar y volver al hotel. No, el camino nevado nos condujo hasta unas rocas, que se llaman Piedras de los Sombreros mejicanos. Enormes esferas de óxido de hierro que se generaron, se cree, cuando el sitio era fondo marino. Luego, al elevarse la cordillera, la erosión las dejó como las vemos actualmente.
Aunque seguía una nevada liviana, que desapareció a medida que descendiamos, el viaje no pudo ser más hermoso, interesante e instructivo. Bellísimo de ver, especial para vivirlo y emocionante recordarlo y mostrarlo a través de mis fotos.
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